Las Fallas de Valencia más silenciosas
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La regulación política de las Fallas estrangula la libertad del pueblo valenciano prohibiendo todo, incluso en las fiestas más emblemáticas de Valencia. Bienvenidos a las Fallas en silencio.
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23/3/2018 – Llegan puntualmente como cada año las fiestas más emblemáticas de la ciudad de Valencia; las Fallas, pero este año vienen más silenciosas.
Silencio por favor, que son las Fallas
Todos los años, a partir del uno de marzo, aproximadamente, se percibe la proximidad de las Fallas por la luminosidad creciente día a día debido a la llegada de la primavera, las calles comienzan a decorarse con luz y color, y los petardos y tracas empiezan tímidamente a oírse en cualquier rincón de la ciudad de forma anárquica y aleatoria sin ningún orden establecido. Plas, pim…, pum, plas…, boom, pum… es molesto y en muchos casos ensordecedor, pero son Fallas y llega la fiesta por antonomasia de la luz, color, sonido y el olor a pólvora. ¿Qué sería de las Fallas sin sonido?, por ejemplo.
Las Fallas han sido siempre una fiesta popular organizada por los valencianos y falleros al margen de los políticos, o por lo menos así lo era en origen y durante la dictadura franquista donde los falleros metían la puya satírica cada vez que podían en el "llibret" –textos explicativos que acompañan a los ninots de las Fallas- , pero desde la llegada de la falsa democracia los políticos, desde la época hegemónica del PP en Valencia, se han ido metiendo, organizando y regulando la fiesta fallera hasta hoy en día donde Compromis y el PSOE han dado una vuelta de tuerca más prohibiendo tirar petardos bajo la amenaza de fuertes multas. ¡¡Oye, y lo han conseguido, estamos a 15 de marzo y no se oye ni un solo petardo.
Fallas sin petardos, ruido ni alegría
Entiendo que los ruidos crónicos hay que regularlos pero no se puede desvirtuar una fiesta donde el fuego, los petardos y las tracas son los protas de la semana fallera. Todo eso sin olvidarnos de los kioskos, puestos de trabajo y de la cantidad de dinero que la venta de productos pirotécnicos movía en una semana.
Como todo en esta vida, nada llega de golpe, llega poquito a poquito, pasito a pasito, suave suavecito, te la van pegando, poquito a poquito…
Sin ánimo de joder más de lo necesario a los del PP, todo empezó cuando Rita Barberá tuvo la ocurrencia de prohibir una de las tradiciones más famosas de Valencia, tirar tracas en bautizos y bodas. Como entonces todos los valencianos callaron, Rita Barberá regulo posteriormente el uso de petardos en Fallas, y como todos los valencianos siguieron callados, estos del PSOE y Compromis los han prohibido. Y ahí estamos, con unas Fallas sin sonido que se parecen cada vez más a un documental del cine mudo en blanco y negro.
Pero esto no es nuevo, no hay cosa que le guste más a un gilipollas con poder que prohibir y regular. ¡¡Políticos!!, todo lo que tocáis, lo desgraciáis.
Y por si acaso tienes alguna duda, nada de lo que defiendo en mis artículos me afecta, ¡¡nada!! Y sobre las Fallas, me las traen al pairo, o me importa un bledo, un comino, un pito, un pepino, un carajo o un pijo, como prefieras, lo que realmente me alarma es el silencio de los corderos o el "mesinfot" de la masa borreguera valenciana.
Así lo pienso y así lo digo. - Juan Vte. Santacreu
Sobre Valencia:
Del carril bici al carril coche -- Si observamos a la camada de políticos podemos observar que a la mayoría, por no decir a todos, les encanta que los ciudadanos vayan en bicicleta o andando en las ciudades, pero no es por temas ecológicos ni todas esas tonterías, es para someter y doblegar el pensamiento humano y de esa forma mantienen entretenidos al pueblo y evitan que piensen en cosas más serias. Observa que ellos, los políticos, no van al trabajo en bicicleta, van en coches que pagas tú y además se reservan plazas para aparcar frente al trabajo...
1906 - ¿Por qué deberías visitar Valencia? Porque Valencia no se visita… se vive. Aquí no vienes solo a ver monumentos, comer Paella o a hacer fotos.
♦ Unas notas más:
Las excesivas regulaciones y prohibiciones, aunque a menudo justificadas en nombre de la seguridad o el civismo, pueden acabar erosionando la libertad de los ciudadanos y desvirtuando tradiciones profundamente arraigadas. Un ejemplo claro es la nueva prohibición de tirar petardos en Fallas, una medida que muchos valencianos consideran desproporcionada. La pólvora es uno de los grandes símbolos de esta fiesta: forma parte del alma fallera, del arraigo cultural y de la vivencia colectiva desde la infancia.
Limitar la pólvora de forma generalizada resta popularidad a la celebración y transmite la sensación de que se criminaliza una costumbre popular. Es evidente que debe haber normas y sentido común, pero aplicar restricciones tan severas a una fiesta cuyo ADN es el ruido, el fuego y la pólvora supone cortar el vínculo emocional con la tradición. La libertad no se defiende suprimiendo expresiones culturales, sino equilibrando derechos con responsabilidad.