Circular en coche por la ciudad

Ayuntamiento de Valencia
En esta sección hablamos del tráfico y la circulación en Valencia y cómo los políticos han convertido a esta ciudad en un espacio hostil para la comunicación transversal.
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27/8/2021 ― Valencia era tan sólo hace 20 años una de las ciudades más amigables de España para la comunicación entre todos los puntos de la ciudad y hemos ido observando atónitos a través de los últimos años cómo los políticos han convertido el tráfico y la circulación en Valencia en un problema coyuntural crónico.
Todo este drama lo comenzó el PP, que no te equivoques, este partido no es el bueno de la película, es simplemente el menos malo pero ello no lo convierte en bueno. El Partido Popular empezó, empujado por la izquierda política valenciana, a peatonalizar calles, a reducir plazas de aparcamiento en la ciudad con una carga agresiva de sanciones, multas y grúas. Luego llegó la izquierda del PSOE y Compromís al Ayuntamiento y a la Generalidad Valenciana y se encontraron con el terreno labrado para ahogar y estrangular el tráfico en Valencia.
Apartados sobre la circulación de vehículos en Valencia
El ser humano se adapta rápidamente a las maldades y a la esclavitud olvidándose que hace tan sólo unos cuantos años cualquier valenciano podía ir al centro de la ciudad en coche para comprar en uno de esos centenares de comercios especializados que no encontramos en nuestros barrios, condenándolos hoy en día al cierre.
O si prefieres te hablo del Mercado Central, un mercado donde muchos valencianos de cualquier rincón de la ciudad y profesionales de la hostelería acudían semanalmente en coche para comprar productos más especializados y autóctonos. Todos los comercios del centro se han reconvertido en tiendas de barrio donde no es practico ni coherente acudir a comprar salvo que vayas de excursión en autobús de la EMT perdiendo toda una mañana o pagues 20 euros en un parking convirtiendo tu compra en una mala opción económica.
El hecho es que estos inútiles políticos del PP, PSOE y Compromís han convertido Valencia en la primera ciudad del mundo donde se han reconvertido todas las avenidas en calles de un solo carril a 30 km: av. de Burjasot, calle Colón, av. Primado Reig, av. Antiguo Reino de Valencia, etc. Valencia es en la actualidad una ciudad de dos velocidades, los ciudadanos a pie o en bicicleta y los políticos en coche oficial pagado por todos y con plaza de aparcamiento reservada en las puertas de sus despachos. Y aún hay algunos valencianos que se preguntan por qué Vox sigue creciendo.
La prohibición del tráfico por el centro de Valencia no sale gratis
La restricción de vehículos en el centro de la ciudad desencadena varios aspectos negativos. Uno de los principales es la pérdida de comercios, ya que al disminuir el número de personas que llegan en coche, también disminuye el número de clientes potenciales. Un ejemplo sangrante es la muerte comercial del Mercado Central que solo sobrevive de los vecinos y de la afluencia de los turistas que llegan a Valencia.
Todas estas circunstancias conllevan una reducción en las ventas y, en algunos casos, al cierre de negocios locales, afectando la economía del centro de Valencia. Además, esta medida puede causar problemas de accesibilidad para personas mayores o con movilidad reducida, quienes dependen del transporte privado para desplazarse. También puede generar congestión en otras zonas de la ciudad, al desviar el tráfico hacia áreas menos preparadas para soportar un alto volumen de vehículos.
Finalmente, la implementación de estas restricciones provoca grandes costos económicos y requiere una planificación cuidadosa para evitar inconvenientes adicionales, como la falta de aparcamientos adecuados en las áreas perimetrales y la necesidad de mejorar el transporte público.
Prohibir el tráfico y la circulación en Valencia impide el desarrollo y la libertad ciudadana
La regulación del tráfico por parte de la administración pública y los ayuntamientos es esencial para garantizar seguridad, eficiencia y sostenibilidad urbana. Sin embargo, estrangular el tráfico vehicular mediante prohibiciones radicales o restricciones excesivas resulta contraproducente y carece de visión integral.
En primer lugar, las ciudades dependen de un equilibrio multimodal: mientras fomentar la movilidad ciclista y peatonal es esencial, muchos ciudadanos y sectores económicos requieren del vehículo particular o de mercancías por necesidades laborales, logísticas o de accesibilidad. Restringirlo sin alternativas reales ―transporte público asequible, accesible y de alta frecuencia― perjudica especialmente a grupos vulnerables y a la economía local.
En segundo lugar, la reducción de emisiones no se logra solo limitando el tráfico, sino modernizando el parque vehicular, impulsando eléctricos e híbridos, optimizando semáforos, y promoviendo combustibles menos contaminantes. Una política centrada únicamente en asfixiar el coche ignora soluciones tecnológicas y castiga sin ofrecer opciones viables.
Ahora te propongo un recorrido por nuestra ciudad para que decubras el gran potencial que tiene a pesar de los malvados políticos que la gobiernan ► Tierra de las flores, la luz y el amor
Sobre Valencia:
Caos contínuo en la carretera de El Saler ― El máximo exponente de todas las maldades de los políticos en cuanto a la circulación y el tráfico de Valencia es la CV-500 o carretera de El Saler. La izquierda ha convertido esta carretera en un embudo de castigo para la hostelería y residentes en el sur de Valencia pero lo más sorprendente es que el PP oficialmente ha afirmado en muchas ocasiones que toda esta regulación era necesaria pero la izquierda la ha abordado demasiado deprisa, el PP lo hubiera hecho a cámara lenta sin que los ciudadanos se dieran cuenta.
1906 - ¿Por qué deberías visitar Valencia? Porque Valencia no se visita… se vive. Aquí no vienes solo a ver monumentos, comer Paella o a hacer fotos.
♦ Unas notas más:
El espacio urbano de Valencia debe gestionarse con equidad: los carriles bici son necesarios, pero no a costa de colapsar vías esenciales, avenidas o eliminar plazas de aparcamiento sin compensar con parkings disuasorios. La movilidad sostenible exige incentivos, no imposiciones sin matices.
Por lo tanto, la regulación inteligente prioriza la fluidez, la seguridad y la transición ecológica progresiva, evitando medidas coercitivas que generan rechazo social y dañan la cohesión urbana. La meta no es eliminar el tráfico, sino hacerlo más limpio, ordenado y compatible con otros medios de transporte.